EL NUEVO FEMINISMO CRISTIANO: UN ESFUERZO DESESPERADO DEL VATICANO POR SEGUIR VIGENTES

Por: Lilian Medina Romero

Hace un par de meses supe de un programa de formación organizado por Catholic Leaders Latin-American Academy (Academia Latinoamericana de Líderes Católicos) en la Doctrina Social Internacional de La Iglesia. Este proyecto funciona en colaboración con Los Obispos de La Iglesia Católica, instituciones educativas y universidades de América Latina. Su misión es formar lideresas y líderes desde una perspectiva Católica, basados en la fe de La Iglesia, para transformar el mundo en lo social, lo político y lo económico a la luz de la Doctrina Social de La Iglesia. Siguiendo la invitación del Papa Francisco, este año presentaron una propuesta formativa sobre un nuevo Feminismo Cristano que promueve la participación de las mujeres en la vida pública. El curso se llama “Feminismo, Género e Identidad Católica” y se dedica a analizar las raíces filosóficas e históricas del género y el feminismo, desde la mirada de la antropología filosófica de la mujer y la doctrina social sobre la mujer, de la Iglesia.

Me pareció emocionante la idea de este curso. Estaba curiosa porque soy una feminista secular y defensora de derechos humanos, pero no soy teóloga. Aunque creo en Dios y tengo muchas reflexiones filosóficas sobre la religión, no tengo conocimiento académico sobre la naturaleza de Dios o las creencias religiosas. Mi entendimiento sobre estos temas proviene principalmente, de haber sido educada como una católica tradicional en Colombia. Adicional a eso, llevo trabajando con Women’s Ordination Conference WOC (La Conferencia para la Ordenación Sacerdotal de Las Mujeres) más de un año, y antes de eso, nunca se me había ocurrido que una mujer Católica pudiera siquiera jugar con la idea de llamarse a sí misma feminista. Los fundamentos del feminismo y lo que este movimiento defiende, me parecían incompatibles con muchas de las doctrinas Católicas tradicionales que me habían enseñado.

Por casi una década trabajé como defensora de derechos humanos con sobrevivientes de violencias basadas en género y he trabajado con mujeres inmigrantes brindando servicios de asesoría legal y psicosocial a esta población. La mayoría de estas mujeres provienen de países de América Latina y también han sido educadas como católicas tradicionales. Tristemente, muchas de sus historias tienen una cosa en común: no identifican el abuso al que son sometidas porque lo consideran algo natural y lo tienen normalizado. Esto es una consecuencia directa de los dogmas católicos alrededor del rol de la mujer y lo que ellas significan para la institución del matrimonio y a la familia. Muchas de estas mujeres acudieron a sus iglesias buscando ayuda sólo para terminar siendo presionadas a continuar en relaciones violentas que estaban poniendo sus vidas en riesgo. Como Coordinadora de Difusión del proyecto de WOC, Escuchando a Las Mujeres, he tenido la oportunidad de hablar con cientos de mujeres católicas que se han sentido excluidas y marginadas por La Iglesia. La mayoría ha manifestado la necesidad de abrir espacios de diálogo y apoyo en áreas como la educación sexual, la planificación familiar, el matrimonio y el divorcio, y otros temas que afectan sus vidas y las de sus seres queridos. 

Observaciones:

Antes de que el curso iniciara nos asignaron leer Mulieris Dignitatem,  una carta apostólica escrita por Juan Pablo II en 1988, que sirvió como fundamento para lo que estaba por venir. Aunque estaba emocionada por enterarme que La Iglesia había hablado de la dignidad de la mujer, una frase muy familiar para mí desde mi trabajo con los derechos humanos, este documento me confundió. 

El documento reconoce la influencia de las mujeres en la humanidad y compara la dignidad de la mujer con la de María, quien es postulada como la mayor exponente de dicha dignidad. Como muchas personas, he tenido una relación compleja con María, y con ella presentada como nuestro modelo a seguir, el documento se enfoca estrictamente en la capacidad de las mujeres para parir como el elemento esencial de su naturaleza que les otorga dignidad. En otras palabras, nuestra dignidad no solamente está relacionada sino que es inherente al sexo biológico femenino. 

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Las alarmas de derechos humanos se empezaron a activar. La Iglesia está intentando promover una definición de la palabra dignidad que limita a la mujer en lugar de liberarla. Comprendí en corto tiempo que esa táctica de dar definiciones alternativas sería usada frecuentemente durante todo el curso, lo que algunas veces incluso me hizo dudar de mi propio entendimiento y experiencia sobre los derechos de las mujeres. ¡Otra táctica más!

A pesar de haberme decepcionado con Mulieres Dignitatem, creo que es positivo para los movimientos de mujeres que el Vaticano se viera en la necesidad de pronunciarse debido al activismo ejercido a nivel mundial sobre este tema. 

Principales aportes:

  • La ordenación sacerdotal de las mujeres no fue parte de la agenda y no fue mencionada en ninguna de las lecturas asignadas. Sin embargo, cuando el Padre Alexandre Awi Mello exponía sobre la importancia de las mujeres en el magisterio fue cuestionado con la pregunta: “si las mujeres son tan importantes para el magisterio de La Iglesia ¿por qué no hay mujeres sacerdotisas?”. Contestó refiriéndose a la carta apostólica del Papa Francisco, Evangelii Gaudium (104) y dijo que ese era un tema ya resuelto. Además, dijo que el ministerio no está relacionado con el poder y que por lo tanto teníamos que desligarnos de la idea que la única forma de llegar al poder en La Iglesia era a través de la ordenación sacerdotal. 

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No se necesita ser una experta en Magisterio para saber que ese es un lugar de autoridad, y especialmente con poder decisorio. Es una posición de poder que impacta a quienes no tienen la misma potestad. La Iglesia Católica tiene una influencia incalculable espiritual, política y diplomáticamente hablando, pues la Santa Sede incluso es reconocida como un país observador ante las Naciones Unidas. La ordenación es esencial para todos los puestos de liderazgo y de decisión en la Iglesia, y aun así, el Padre Mello intentó convencer a lxs estudiantes del curso de lo contrario. Esto me pareció un insulto a nuestra inteligencia y un ejemplo más del daño que la jerarquía ha causado a aquellas mujeres que Dios ha llamado a servir a través de la ordenación. 

  • La igualdad debe ser entendida desde la perspectiva de la complementariedad. La panelista Maria Luisa Aspe Armella, Historiadora y Presidenta de la Junta Directiva del Instituto Mexicano de Doctrina Social, hizo una presentación muy completa sobre los hechos históricos que rodearon el impacto de los movimientos feministas seculares en términos de igualdad en el trabajo y en la participación política. Reconoció la importancia del movimiento #metoo (#yotambién en español) e identificó la violencia basada en género como un pecado condenable. Sin embargo, dijo que aunque Dios creó al hombre y a la mujer como iguales, tenemos roles y responsabilidades distintas cuando de matrimonio, vida familiar y liderazgo religioso se trata. Entonces, somos iguales, pero la igualdad de la mujer está limitada. Nunca se discutió cómo las enseñanzas de La Iglesia en relación con la complementariedad tienen impacto directo en las dinámicas de poder que se dan en las relaciones de pareja y que resultan en actos de violencia contra la mujer. 

  • Sobre “El Cuerpo y la Identidad”, la narrativa de la Iglesia está llena de miedo y confusión. Marta Rodriguez Díaz, Directora del Instituto de Estudios Superiores sobre la Mujer, del Regina Apostolorum, habló de la existencia de diferentes “planteamientos filosóficos” para comprender la relación entre cuerpo e identidad de género. La ponente dijo que hay aspectos culturales y sociales que influyen en la formación de nuestra identidad de género como hombres y mujeres, y que por lo tanto, (algunos) roles de género podrían ser considerados como una construcción social. Sin embargo, según Díaz, el peligro viene cuando la “ideología de género” se usa para negar lo que es “inherente al sexo de una persona”. 

Entonces, la Iglesia acepta que algunos roles de género son socialmente construidos siempre y cuando eso no se contraponga con el destino biológico de las mujeres que es la reproducción, o la “dignidad” como ellos le llaman. 

Como se pueden imaginar, la expositora no se pronunció sobre los daños que ocasiona la imposición de roles de género binarios, pasó por encima de los derechos humanos con una interpretación tan limitada de la “dignidad”, e incluso se atrevió a describir categóricamente a las personas de la comunidad LGTBIQ como aquellas que participan de la “ideología de género” destructiva.  

  • La gran propuesta: ¡Un Nuevo Feminismo! Finalmente, la senadora Italiana Paola Binetty hizo una presentación sobre el Feminismo Cristiano, teniendo como tema central  la vida familiar (o lo que la Iglesia llamaría la “familia tradicional”). De acuerdo con la Senadora Binetty, la propuesta del Feminismo Cristiano se caracteriza por promover el valor de aquellos roles de género que enaltecen la complementariedad del hombre y la mujer hacia el propósito de construir una familia. Su presentación fue extremadamente crítica con el feminismo secular, el individualismo y “los derechos”. Para ella, el aborto, la “reproducción asistida” e incluso la maternidad no deben ser vistos como derechos de la mujer, sino asuntos de la familia y la comunidad, por supuesto, señalando el aborto como una egoísta traición de las mujeres al cumplimiento de su propósito. 

Conclusiones

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Este curso me permitió vislumbrar el esfuerzo de una institución que está luchando por seguir siendo relevante e influyente, en un mundo que ya no está cegado por su autoridad. La propuesta del Feminismo Cristiano es un intento desesperado para llegarle a las mujeres y a las jóvenes que han dejado La Iglesia o están considerando hacerlo porque sus enseñanzas ya no las representan. Es un intento por renombrar la opresión usando el feminismo como su nueva palabra de moda; un feminismo nuevo creado por el catolicismo institucional. 

Ninguna de las personas ponentes se identificó como una mujer con un llamado al ministerio, ni integrante de la comunidad LGTBIQ, ni madre soltera, o sobreviviente de violencia basada en género. Sin la representación y la mirada interseccional que supone incluir estas voces, cualquier propuesta de un “nuevo feminismo” es vacía y superficial. 

No obstante, me parece que la Iglesia está decidida a defender su sistema de creencias tradicionales y al mismo tiempo permanecer vigente. Para hacerlo, ha utilizado como estrategia tergiversar el lenguaje de los derechos humanos. La Institución ha escogido cuidadosamente algunas palabras potentes relacionadas con derechos, y las ha redefinido con sus interpretaciones tradicionales para que las personas se conecten en su relación con La Iglesia con ese nuevo significado. Así como yo me entusiasmé cuando supe de la existencia de Mulieres Dignitatem porque pensé que abordaría la dignidad desde una perspectiva de derechos humanos, posiblemente muchas mujeres encontrarán en este nuevo y renovado feminismo (Cristiano) una narrativa interesante que les dé un sentido de inclusión, pertenencia, y una razón para quedarse. Es más, podría incluso permitirles exigir igualdad sin tener que relacionarse con movimientos pro-aborto o con otras formas de satanizar el feminismo. 

Con todo y lo perturbadoras y sofisticadas que son estas nuevas formas de esconder las doctrinas opresoras de la Iglesia, debo decir que para mí esta es una buena señal. El Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el feminismo secular son movimientos que han presionado a la Iglesia hacia un momento en el que ya no les es posible ignorar la conversación sobre la igualdad de género. Es así como los líderes de la Iglesia han tenido que aceptar tomar ciertas acciones o posturas frente a la participación igualitaria de las mujeres en la vida pública. Esto se ha evidenciado en varios pronunciamientos del Papa Francisco a favor de la igualdad de derechos para las mujeres en el campo laboral y en la sociedad civil. 

La mala noticia para la Iglesia es que tienen muy poca credibilidad en este tema, y van a tener que seguir defendiendo la indefendible posición discriminatoria hacia las mujeres y las personas LGTBIQ en sus estructuras, mientras nosotrxs seguiremos cuestionando.

Aunque no todas las mujeres católicas podrán identificar el mensaje oculto y el lenguaje codificado de la Iglesia, ellas seguirán haciendo preguntas. Lo sé por las mujeres que conocí en las pequeñas sesiones del curso y por las cientos de católicas con las que he trabajado en Escuchando a Las Mujeres. El Feminiso Cristiano está lleno de fallas y defectos, pero me permitió reconocer la peligrosa manipulación de la Iglesia sobre el lenguaje de derechos humanos y sobre el útero, y la necesidad urgente de transformación. 

Es muy posible que no alcance a ver mi sueño hecho realidad, pero ahora estoy más convencida la Iglesia está obligada a convertirse en una institución diversa, inclusiva e igualitaria, porque de lo contrario estará condenada a desaparecer.

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LILIAN MEDINA ROMERO

WOC Latinx Outreach Coordinator