Creando espacios seguros para las mujeres en la Iglesia Católica.
Las mujeres en la iglesia anhelan cada vez más disponer de oportunidades para expresar la plenitud de la presencia de Dios en ellas. Sin embargo, muchas católicas están recurriendo a otras tradiciones religiosas para encontrar la aceptación, la inclusión y la igualdad que buscan y que por alguna razón no encuentran en la iglesia católica. En Escuchando a las Mujeres creemos que la iglesia necesita de nosotras. Necesita que levantemos nuestras voces para exigir ser escuchadas como miembras activas y participativas de la institución. A través de este proyecto esperamos recopilar los comentarios e ideas que puedan ayudar a nuestra iglesia a recuperar la expresión más plena de la gracia de Dios en todas las mujeres.
Nuestro objetivo es crear espacios seguros donde las mujeres puedan hablar sobre los aportes y los desafíos que viven las mujeres en la iglesia católica; y compartir esas reflexiones con nuestros Obispos para ayudar a crear oportunidades para una mayor comprensión e inclusión en la vida de la iglesia.

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En el marco del mes Internacional de la Mujer queremos compartirles la experiencia y la lucha de Jovieliz Vega, una mujer afro, puertorriqueña, de 37 años, quien actualmente ejerce como pastora en su Iglesia. Tuvimos la oportunidad de entrevistarla y aprender de sus vivencias como lideresa de su Iglesia. Su testimonio es realmente inspirador; nos demuestra el poder de la representación y los constantes retos que una mujer afrodescendiente debe enfrentar en su camino espiritual y en su camino por seguir el llamado al ministerio. Jovieliz nos recuerda cómo la libertad y la fe pueden coexistir en un mundo patriarcal, donde constantemente las opiniones de las mujeres son desestimadas. Además, nos envía un mensaje de perseverancia y amor a través de su propia relación con Dios y con las sagradas escrituras el cual debe ser escuchado por todas las mujeres creyentes.
La reciente legalización del aborto en Argentina ha sido considerada una derrota significativa de la Iglesia Católica por su falta de influencia local, que se produce 10 años después de que sus líderes también fracasaran en sus esfuerzos por detener la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Ese sentimiento de derrota fue agravado por el papel significativo que desempeñaron las mujeres Católicas en la campaña por la legalización del aborto, quienes compartieron sus experiencias personales sobre procedimientos clandestinos peligrosos y su deseo de tomar sus propias decisiones.
Los miembros de la jerarquía Católica parecían tener claro que estaban luchando contra una causa perdida, según Fortunato Mallimaci, sociólogo de la Universidad de Buenos Aires.
"Sólo repitieron los mismos argumentos reaccionarios que presentaron durante la época en la que se aprobó el el divorcio [en 1987] y el matrimonio entre personas del mismo sexo [en 2010]," Mallimaci dijo a NCR (National Catholic Reporter). "La iglesia sabía que la disputa ya había sido decidida.”
El Presidente Alberto Fernández sancionó la Ley de Aborto en Argentina el 14 de enero, después de ser aprobada por el Congreso Nacional en diciembre. La Ley permite a las mujeres acceder al aborto hasta la semana 14 de embarazo.
Hace poco la Academia de Líderes Católicos en Latinoamérica, que ha tomado interés especial en el tema de la participación de la mujer en la vida pública, compartió un texto publicado en un blog llamado NO LA TÍPICA FEMINISTA que se titula: “El feminismo no es solo aborto: Posibilidades de agenda pública para un nuevo feminismo en América Latina”. El artículo discute una propuesta sobre algunos temas de los que el feminismo católico puede apropiarse para lograr un equilibrio entre lo que Fer Barreto, la autora, llama “feminismo hegemónico” y los movimientos provida, ya que considera que ambas corrientes están dejando muchas problemáticas alrededor de las experiencias de ser mujer, por fuera.
La compañera Fer, constantemente hace referencia a un “feminismo de género” y a un “feminismo hegemónico” como refiriéndose al movimiento feminista (no católico), como si fueran movimientos antirreligiosos que hacen daño a las mujeres. En Escuchando a las Mujeres identificamos imprecisiones al utilizar estos dos conceptos y mezclarlos, sin embargo no usaremos este espacio para aclararlos. Para efectos de esta conversación entendemos que la autora al usar los términos “feminismo hegemónico” y/o “feminismo de género” hace referencia al feminismo secular. Queremos generar un debate que esperamos sea sano, sororo, constructivo y de crecimiento para todas nuestras lectoras.
Hace un par de meses supe de un programa de formación organizado por Catholic Leaders Latin-American Academy (Academia Latinoamericana de Líderes Católicos) en la Doctrina Social Internacional de La Iglesia. Este proyecto funciona en colaboración con Los Obispos de La Iglesia Católica, instituciones educativas y universidades de América Latina. Su misión es formar lideresas y líderes desde una perspectiva Católica, basados en la fe de La Iglesia, para transformar el mundo en lo social, lo político y lo económico a la luz de la Doctrina Social de La Iglesia. Siguiendo la invitación del Papa Francisco, este año presentaron una propuesta formativa sobre un nuevo Feminismo Cristano que promueve la participación de las mujeres en la vida pública. El curso se llama “Feminismo, Género e Identidad Católica” y se dedica a analizar las raíces filosóficas e históricas del género y el feminismo, desde la mirada de la antropología filosófica de la mujer y la doctrina social sobre la mujer, de la Iglesia.
La encíclica del Papa Francisco, Fratteli Tutti, es un manifiesto profundo que llama a la bondad, a separarnos del capitalismo de mercado y a actuar en solidaridad, al mismo tiempo que nos reconocemos y nos recuperamos de una pandemia global.
A pesar de ello, el controversial título, que es una frase de San Francisco de Asís (Todos Hermanos en español) y el criterio de “fraternidad” que se utiliza como base, proyectan de forma desafortunada una visión androcéntrica sobre el más radical de los textos.
La traducción en inglés se refiere repetidamente a Hermanos y Hermanas, tal vez en respuesta a los reclamos legítimos que se le han hecho al título. Sin embargo, dejando a un lado la lingüística, ninguna mujer teóloga ni ninguna pensadora fueron citadas en este texto, ni siquiera Santa Clara de Asís, compañera de ministerio de San Francisco. Aunque hay un respaldo a la interseccionalidad y las múltiples opresiones que experimentan las mujeres, la ironía de estas palabras viniendo del líder de una institución patriarcal no es algo que se pueda pasar por alto.
Dentro de las tradiciones reformadas, uno de nuestros principios es el llamado al sacerdocio universal. Es decir, que tanto hombres como mujeres y toda persona, ya no necesitan un intermediario para llegar a Dios, sino Jesucristo mismo. Y esta premisa tiene su sustento en lo que dice la Escritura en Gálatas 3:18 “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús”. Este principio no sólo alumbra la praxis del cristianismo reformado, sino también los hallazgos plasmados en el Concilio Vaticano II dentro de la tradición católica romana. Pero la iglesia nos dice otra cosa.
En el marco del tema del mes ‘Mujeres Latinas y Teología’, las Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) nos concedieron un espacio en el que nos compartieron sus conocimientos con respecto a la Mariología y al rol de la Virgen María en la Iglesia, y la forma en la que las diversas interpretaciones de este rol han idealizado nuestro papel como mujeres practicantes de la fe católica.
El CDD es un movimiento autónomo de personas católicas, feministas, comprometidas con la búsqueda de la justicia social y el cambio de patrones culturales y religiosos vigentes en nuestras sociedades, que defiende el derecho a decidir y la vigencia plena de los derechos humanos, especialmente los sexuales y reproductivos, desde una perspectiva de género y teología progresista para contribuir a la transformación sociocultural, la democracia, y el Estado Laico.
No recuerdo dónde escuché o leí esa frase, la encontré en un cuaderno de notas donde estuve escribiendo lo que me despertaba este libro, pero ¡cuánta razón hay en ella! El sentido que le han dado a nuestra existencia como mujeres ha sido una versión construida y contada desde una subjetividad patriarcal que nos ha puesto en la palma de la mano de los hombres para ser manipuladas y dominadas. Es necesario entonces convertirnos en profetas para reinterpretar y resignificar la vida, la espiritualidad y por ahí derecho, las sagradas escrituras que tanto nos han condicionado, estigmatizado y que tanta culpa nos han generado a las mujeres.
Les saludamos en medio de una pandemia global, una catástrofe económica y una emergencia moral. Somos mujeres que lideramos organizaciones y comunidades con raíces católicas. Nuestros corazones lamentan profundamente los muertos y los enfermos por Covid-19, así como el pico de desempleo, la incertidumbre fiscal, y especialmente el peso del racismo sistemático y la supremacía blanca que se han asegurado de que la gente de color sufra todos estos problemas en formas desproporcionadas.
Nuestras organizaciones están luchando para apoyar a los inmigrantes, garantizar justicia reproductiva, erradicar el racismo, ganar los derechos de las mujeres y la comunidad LGBTIQ tanto en la Iglesia como en la sociedad, modelar una comunidad inclusiva y nutrir la ecología. La necesidad por acciones más allá de las palabras fueron lo que provocó esta misiva.
Compartimos un recuento de lo que fue el segundo live de nuestra serie Conectando Experiencias de fe y feminismo, con el tema Enfrentando la Violencia Sexual en las Iglesias. Nos acompañó la socióloga y Mtra. en Estudios de la Mujer, Ale Montalvo. ¡No te pierdas esta interesante plática!