EL PAPA FRANCISCO Y EL LIDERAZGO DE LA IGLESIA CATÓLICA

El Papa Francisco actualizó el Código de Derecho Canónico para incluir una revisión que codificaba el "delito grave" de ordenar a una mujer con un castigo de excomunión automática (Canon 1379).

Aunque esto no es sorpresa, la revisión del canon 1379 continúa siendo una afrenta para el pueblo de Dios, para las mujeres y personas de todos los géneros que auténticamente descubren un llamado al ministerio sacerdotal.


Para: Papa Francisco y el liderazgo de la Iglesia Católica
De: [Su nombre]

Su reciente codificación del "crimen" de ordenar a una mujer no es otra cosa que un intento de criminalizar el llamado de Dios. Este esfuerzo es teológicamente erróneo e incompatible con nuestro entendimiento común de la creatividad, poder y misericordia ilimitados de Dios.

El nuevo canon 1379, que excomulga a las mujeres ordenadas y a las personas que las ordenan, lamentablemente intenta sofocar al Espíritu Santo. Castiga a las mujeres fieles que se atreven a responder al llamado de Dios al diaconado o al sacerdocio con mayor severidad que aquellos que abusan sexualmente de niños o personas vulnerables.

Francisco, muchos de nosotros nos hemos inspirado en su liderazgo pastoral y hemos encontrado esperanza en su apertura al diálogo audaz y a la parresía. Es a causa de su invitación que nosotros, como Iglesia, estamos en el comienzo de un proceso sinodal global, ansiosos de que el sensus fidei encuentre su camino hacia el sínodo de Roma en 2023.Sin embargo, usted dice una cosa como pastor y hace otra como Sumo Pontífice.

Como pastor, aboga por derribar muros y abrir puertas, fomenta el encuentro y el acompañamiento con los sectores más marginalizados de la sociedad e incluso nos llama a cada uno de nosotros a seguir nuestro “sueño de vocación”.

Como pontífice, sin embargo, ha rechazado dolorosamente, una y otra vez, la igualdad y dignidad de más de la mitad de la Iglesia. Ha reforzado la "puerta cerrada" a la ordenación de mujeres al sacerdocio y ha cuestionado la sacramentalidad misma de la larga historia que existe de mujeres sacerdotisas en la Iglesia. También ha bromeado sobre las mujeres teólogas llamándolas “fresas en el pastel” y se ha referido a las mujeres como simples chismosas. Ecuménicamente, usted acogerá a la mujer arzobispo de la Iglesia de Suecia con un abrazo, pero luego dirá en otro foro que la ordenación de mujeres "lleva a la ruina".

Su Santidad, considere expandir su visión de encuentro y acompañamiento para incluir en su andar a mujeres que son llamadas al ministerio sacerdotal, así como con aquellas que anhelan su liderazgo sacramental. Escuchará las historias y será testigo del cuidado pastoral de personas que han descubierto auténticamente la vocación de Dios para sus vidas. En lugar de ver a nuestra Iglesia dirigirse a la ruina, usted aprendería de la gran riqueza que las mujeres tienen para ofrecer a ésta.

Los códigos penales que controlan los llamamientos vocacionales no son el camino hacia una Iglesia sinodal.

Nosotros, los abajo firmantes, lo instamos a que preste atención a la sabiduría de su pueblo que conoce la infinitud del llamado de Dios y anhela los ministerios y el liderazgo de las mujeres. Su exclusión es una de las heridas más profundas que debe sanar el “hospital de campaña” de la Iglesia antes de poder seguir adelante. Le pedimos que comience esta curación con un espíritu de urgencia y arrepentimiento y que abra todos los ministerios sacerdotales en la Iglesia a todas las personas que son llamadas por Dios.